domingo, 9 de octubre de 2011

El Renacer del Movimiento Nacional;Curas Villeros

En una charla con el Cura Gustavo Carrra párroco de la villa del Bajo Flores, de 36 años, es uno de los 22 curas villeros de la Capital, un equipo que fue alimentando el cardenal Jorge Bergoglio, desde su designación, en 1998.
¿Usted es de izquierda, padre? 
-No,  ¿por qué me lo dice?
-No, digo... Como siempre está con los chicos de la calle...
-Yo no sigo a Marx, sino al Evangelio, y a la figura de Jesús: así se corporiza mi opción por los pobres. Mi compromiso con la pobreza es desde la religión, no desde la política. Pero le voy a decir algo: San Juan Crisóstomo, que vivió en el siglo III, tiene unos textos tan audaces que Marx era un poroto a su lado.
 Se consideran hijos del Movimiento de sacerdotes tercermundistas, aquellos que, en los setenta, lideraba Mugica. Entre ellos estaba Daniel de la Sierra, un cura que, para impedir que los militares erradicaran los asentamientos, se tiraba delante de las topadoras del Proceso y hoy está enterrado bajo el altar de la parroquia de la Villa 31.Tienen entre 30 y 40 años, con la excepción de Padre Pepe Di Paola, con 47, es el más veterano del grupo.
El equipo pasó de tener 8 sacerdotes, a fines de los 90, a veintidós, para la asistencia de las 180 mil personas que, se calcula, viven en los asentamientos de la Capital Federal..
Fue el cardenal en persona quien visitó al sacerdote de Barracas la mañana que le siguió a la amenaza. Bergoglio llegó caminando solo, por las calles de tierra de la barriada, ante la mirada sorprendida del  Cura Pepe:
-Pero... ¿qué hace acá? -le preguntó preocupado.
-Vine a saludarte -le respondió el Obispo.
El cardenal es un gran enamorado de esa religiosidad popular, dicen los curas, y cuentan que es bastante común que, durante las peregrinaciones juveniles a Luján, sea Bergoglio el confesor que se instala, sin que los jóvenes peregrinos lo sepan, en la basílica.
Tampoco es raro, dicen, que llegue de improviso a un comedor popular o a la fiesta de una Virgen en alguna de las barriadas donde trabaja el equipo.
La cercanía y el compromiso de Bergoglio con este grupo que trabaja en las villas despertó no pocas especulaciones en su momento, cuando no alguna sorpresa. Considerado habitualmente como un hombre de pensamiento político de centro, cuando no de derecha, filoso crítico, Bergoglio no parecía coincidir con el espíritu de este equipo que se siente heredero espiritual del padre Mugica, ícono de la militancia setentista. En un libro publicado hace pocos días, El Jesuita (Vergara), de Francesca Ambrogetti y Sergio Rubin, el mismo cardenal respondió a quienes le cuestionan su papel durante esos difíciles años 70, habló de los sacerdotes jesuitas desaparecidos que trabajaban en la Villa del Bajo Flores y dijo: "Hice lo que pude con la edad y la poca influencia que tenía".


" Aquella época hiperpolitizada, algunos sacerdotes para el Tercer Mundo entendieron que la forma de luchar contra la pobreza y la exclusión en América latina era abrazar el compromiso político que, para muchos de ellos, pasaba en los setenta por la izquierda peronista.
"Aquellos sacerdotes eran peronistas porque el pueblo lo era", contextualiza hoy el padre Gustavo Carrara "





No hay comentarios:

Los Cumpas Presentes :