Por Fermín ChávezPublicado en Cuadernos de
Tercera Posición, Nº 9, publicación de Tercera Posición, quincenario del
Movimiento Peronista
El movimiento obrero organizado de la República Argentina,
presenta mucho antes de culminar en una central única de los trabajadores,
notables antecedentes de luchas, que se remontan a la segunda mitad del siglo
XIX, con más precisión, a las décadas de 1850 y 70, época en que se inició un
profundo cambio estructural en la sociedad argentina. Tiempo en que empieza la
incorporación de nuestro país al circuito capitalista, de un nuevo poblamiento
con mano de obra europea y de la llegada de notables figuras que en el Viejo
Mundo habían adherido a la revolución social antiburguesa, en sus distintas
vertientes.
Socialistas y anarquistas, sobre todo, emigrados a la fuerza,
arrojarían las simientes en los surcos que recién comenzaban a abrirse con el
proyecto liberal de desarrollo de la Pampa Húmeda. Era una tierra virgen, ligada
exclusivamente a la explotación pecuaria, pero ya preparada, porque las
inquietudes sociales habían principiado a manifestarse (aunque en forma todavía
no orgánica), más que nada en el periodismo y en la cátedra. Así, por ejemplo,
en la provincia de Entre Ríos, a comienzo de 1870, había aparecido el periódico
Obrero Nacional, redactado por el poeta Francisco F. Fernández, un ex-alumno del
Colegio del Uruguay, sin duda influído por uno de sus profesores, Alejo Peyret,
un francés del Bearne y ex-activista de la Comuna de París (1)
Por esos mismos días, en Buenos Aires surgían algunos núcleos
socialistas, los mismos que en 1872 enviarían a Raimundo Wilmart como delegado
ante el Congreso General de la Internacional, realizado en La Haya. A mediados
de 1877, también en la capital bonaerense, fue creada la Unión Tipográfica
Bonaerense, primera manifestación gremial de los gráficos, ya que la vieja
Sociedad Tipográfico Bonaerense, de 1857, tuvo solamente carácter
mutualista.
Los trabajadores gráficos organizados en aquella Unión fueron a la
huelga en 1878 y la ganaron, no obstante que el diario El Nacional, de Vélez
Sársfield y de Sarmiento condenara las huelgas "como instrumento de
perturbación". (2)
En 1868, a cuatro años de la Primera Internacional, había llegado
al país un pionero del marxismo científico, el alemán Germán Avé-Lallemant, uno
de los dirigentes perseguidos por Bismarck. Ya volveremos sobre esta figura
sobresaliente que, por un tiempo, moró en San Luis. Lo cierto es que ya en la
década de 1870, se dió en la Argentina la contienda entre marxistas y
anarquistas bakuninistas, quienes publicaron varios periódicos. (3)
En la siguiente década las dos corrientes recibieron el aporte de
nuevos emigrados, algunos de ellos muy notables. En 1881 se formó una mutual de
obreros panaderos; fue creada otra mutual, de obreros molineros, y se formó la
Unión de Oficiales Albañiles, ya de carácter gremial. Y al año siguiente
surgieron dos nuevos gremios, la Unión de Obreros Yeseros y la Unión Obrera de
Sastres. También durante 1882 fue fundado el memorable Club Vorwarts por los
socialistas alemanes, de muy importante trayectoria. En el resto de la década
surgieron organizaciones sindicales de tapiceros, marmoleros, cocheros,
panaderos, carpinteros, zapateros, maquinistas y fogoneros, y otros. En 1885
llegó al país alguien que había participado en la fundación de la Alianza
Internacional Obrera (o Internacional Negra), de 1881: Errico Malatesta. Pronto
no más editó en Buenos Aires La Questione Sociales, y en 1887 redactó por
encargo de Héctor Mattei el programa estatutario de la Sociedad Cosmopollita de
Resistencia y Colocación de Obreros Panaderos. Por ese mismo tiempo un llamado
Círculo Socialista Internacional nucleaba a anarquistas italianos y franceses.
Por otra parte, en junio de ese mismo año 87 comenzó a actuar La Fraternidad,
Sociedad de Ayuda Mutua del Personal de Maquinistas y Fogoneros de
Locomotoras.
El 1º de MAYO DE 1890
La primera conmemoración del Día de los Trabajadores tuvo lugar en
Buenos Aires el 1º Mayo de 1890, dos meses antes de la revolución de los
Cívicos. La concentración se efectuó en el Prado Español y reunió más de 1.500
personas, pertenecientes a gremios, sociedades mutuas y centros republicanos de
la Capital y del interior. El año 1891 fue memorable para los trabajadores
argentinos: primero que todo, porque se constituyó la primera FEDERACION DE
TRABAJADORES, y después, porque se publicó EL OBRERO, que se convirtió en
"órgano de la Federación Obrera" bajo la dirección de Germán Avé-Lallemant. (4).
En ese periódico apareció una histórica "Interpretación económica del 90".
Además, la Federación presentó al Congreso de la Nación un pedido de legislación
laboral, con normas sobre el trabajo insalubre y la creación de tribunales para
atender las relaciones entre obreros y patrones. (5)
En 1892, el sacerdote redentorista Federico Grote creó los
Círculos Católicos de Obreros, de carácter mutualista y educativo, y que
reflejaron la nueva actitud social de la Iglesia, por influencia de la Encíclica
FERUM Novarum, de 1891. (6)
En 1894 hubo varias huelgas: de panaderos, albañiles y otros. Y
también se produjo la formación de la segunda Federación de Trabajadores. En la
tarde del 14 de octubre del mismo año, las sociedades gremiales se concentraron
en la plaza Rodríguez Peña, para solicitar las 8 horas de trabajo y apoyar un
proyecto de ordenanza municipal a favor de dicha conquista. Unos 4.000
trabajadores marcharon por las calles Paraguay, Callao, Piedad, Larrea, Moreno y
Entre Ríos hast a Brasil. (7) La convocatoria había sido hecha por los
albañiles, mecánicos, marmoleros, hojalateros, gasistas, sastres. Talabarteros,
madereros, mayorales, cocheros, horneros, tipógrafos, pintores y picapedreros.
Al año siguiente, la ciudad de Buenos Aires tenía alrededor de 25 organizaciones
de trabajadores.
En junio de 1898 llegó al país Pietro Gori, jurista, sociólogo y
escritor anarquista, que permanecería en la Argentina hasta principios de 1902.
No solo dictó cátedra y fundó revistas, sino que también participó en varias
huelgas, y en 1901 fue delegado de los ferroviarios ante el congreso del que
surgió la FEDERACION OBRERA ARGENTINA (FOA). El 2 de marzo de marzo de dicho año
se reunieron en Buenos Aires delegados obreros de 14 asociaciones para preparar
la organización de un congreso que debatiría sobre "los intereses de los
trabajadores y el modo de mejorarlos en el terreno exclusivamente económico y
gremial". (8)
El congreso se reunió entre el 25 de mayo y el 2 de junio de 1901,
con la concurrencia de delegaciones de la Capital y del interior. De allí surgió
la FEDERACION OBRERA ARGENTINA, de corta vida, ya que haría crisis al año
siguiente. Según el periódico LA ORGANIZACIóN OBRERA, ello ocurrió por haberse
dado un paso prematuro.
Durante los días 19 y 20 de abril de 1902 se reunió en el salón
Vorwarts el segundo Congreso de la FOA y allí se produjo la escisión. Se
retiraron 19 organizaciones, con 1.780 asociados, y se quedaron 29 gremios, con
7.630 socios. El 18 de mayo se llevó a cabo una nueva reunión, ahora de las
asociaciones disidentes, en la que se resolvió no aceptar las resoluciones del
Congreso de abril, ni adherir a la FOA. Lo que ocurría fue calificado de
"escisión benéfica" por el órgano anarquista La PROTESTA HUMANA. (9) La
federación disidente se llamó UNION GENERAL DE TRABAJADORES (UGT), nucleando a
los marxistas socialistas, mientras que la FEDERACION OBRERA REGIONAL ARGENTINA
(FORA) agrupó a los anarquistas.
Sello y cartel gráfico de la F.O.R.A.
Esa división ab ovo iba a impedir una auténtica unidad de la clase
obrera argentina por varias décadas: y eso tenía mucho que ver con el origen
ideológico no nacional de nuestro movimiento obrero. Como señala correctamente
un autor: "Se discutía acercando ejemplos europeos y esgrimiendo argumentos
teóricos de aquella procedencia bastante desconectaos de la realidad social de
la Argentina. (10) A principios de siglo, sin embargo, una corriente cultural
anarquista, encabezada por Alberto Ghiraldo, se aproximó cuanto pudo a nuestra
realidad, empalmando sus ideas con los alegatos del "Martín Fierro" de José
Hernández. (11) Por su parte, los socialistas iban a dividirse algunos años
después, por causas parecidas, cuando de sus filas se separara la notable figura
de Manuel Ugarte, es decir, una contrafigura de Juan B. Justo, el
internacionalista y librecambista. (12)
La primera Guerra Mundial resultó algo así como una piedra de
toque para las ideologías que impregnaban las corrientes revolucionarias en la
Argentina. En el socialismo predominó el pensamiento modelado por la
inteligencia británica, esto es, aquel del llamado "proyecto del 80", colonial,
y que ya había empezado a hacer agua. Se formó una élite política belicista y
pro-inglesa, que atacó duramente a Hipólito Yrigoyen y a la política de
neutralidad por los factores de poder económicos. En el socialismo no encontró
aliados, sino una secta dispuesta a combatirlo. Por otra parte, el conflicto del
sistema central comportó confusiones en el seno del movimiento obrero argentino
y hasta llegó a generar provocaciones. En 1914, la CORA, cuyo núcleo principal
era la UGT socialista, se incorporó a la FORA y consolidó una unión provisional.
Pero dicha Federación no duró mucho, puesto que en 1915 volvió a manifestarse la
antigua división de socialistas y anarquistas. Estos reconstruyeron la FORA de
194 o del Quinto Congreso, y aquéllos adoptaron la denominación de FORA Noveno
Congreso.
Este último nucleamiento se acercó a las autoridades nacionales,
dentro de ese clima de tolerancia que vino a ser quebrantado por Semana Trágica,
en enero de 1919, en que fueron a la huelga. (13)
Pero mientras la FORA anarquista se mantenía irreductible, "la
FORA sindicalista negociaba con el gobierno". (14) Sebastián Marotta llegó a un
acuerdo con el doctor Elpidio González, jefe de Policía. Hubo arduas
negociaciones y la vuelta al trabajo, resuelta por la FORA Noveno Congreso no
fue acatada, pues los obreros se plegaron a la tesis anarquista del paro por
tiempo indeterminado. Después los trabajadores de Vasena se fueron reintegrando
al trabajo.
En marzo de 1922 se llevó a cabo otro Congreso fusionista (el
cuarto), del cual nació la UNION SINDICAL ARGENTINA (USA), compuesta por la FORA
Noveno Congreso y por gremios independientes. Pero la lucha entre los
lineamientos ya tradicionales no terminó.
Manifestación de la Unión Sindical Argentina
Después de seis años, en que no hubo reunión alguna de conjunto, la FORA efectuó el Décimo Congreso entre el 11 y 16 de agosto de 1928, con asistencia de 93 representaciones de sindicatos. Uno de los temas tratados fue la campaña por la libertad de Simón Radowitzky, autor del atentado contra el coronel Ramón Falcón, y quién será indultado por Yrigoyen en vísperas de su derrocamiento. Fue aquél el último congreso de FORA.
1934
Desocupados-Antonio Berni, 1934
NACE LA PRIMERA CGT
En términos generales, los historiadores están de acuerdo en que
el movimiento militar del 6 de septiembre de 1930 encontró mal parados,
desgastados, a los trabajadores organizados: la FORA y la USA. Según
estimaciones de Diego Abad de Santillán (Silesio Baudillo García), los
agremiados a la FORA sumaban por entonces unos 100.000; los de la USA, 60.000 y
una cifra no calculada en la COA socialista. (15) No hubo batalla alguna
sindical contra el gobierno de facto: sin bases nacionales y desgastadas en
luchas estériles, tales organizaciones carecían de fuerza política y de
dirección adecuada. A fines de septiembre de 1930, por fusión de la USA con la
COA, nació la primera CONFEDERACION GENERAL DEL TRABAJO, si bien se mostró
sumamente tibia frente a Uriburu, tanto que se declaró "convencida de la obra de
renovación administrativa del gobierno provisional y dispuesta a apoyarla". (16)
La conclusión de Diego Abad de Sanatillán es categórica: "Los trabajadores
organizados no cumplieron con su deber primario ante el golpe de Estado de
1930…". (17)
Por lo menos, no se explicaba bien la posición de prescindencia adoptada, primeramente por la USA, La Fraternidad y la Unión Ferroviaria, y después por la flamante CGT. En Rosario, le aplicaron ilícitamente la ley marcial a Joaquín Penina, un catalán anarquista e inofensivo, pero ninguna voz gremial se alzó para señalarlo.
Por lo menos, no se explicaba bien la posición de prescindencia adoptada, primeramente por la USA, La Fraternidad y la Unión Ferroviaria, y después por la flamante CGT. En Rosario, le aplicaron ilícitamente la ley marcial a Joaquín Penina, un catalán anarquista e inofensivo, pero ninguna voz gremial se alzó para señalarlo.
Durante el gobierno del general ingeniero Agustín P. Justo, es
decir, en la Década Infame, se registraron diversas huelgas de volumen, entre
ellas las que protagonizaron los obreros del calzado, textiles, tranviarios,
yeseros, estibadores, telefónicos, madereros y otros. En 1932 hubo una huelga
general y al año siguiente, una serie de conflictos en defensa del salario, cuya
reducción venía en aumento. Entre 1935 y 36 los paros de cerveceros, albañiles y
colectiveros culminarían en una huelga general, que contó con el apoyo de la
CGT. Mejor dicho, de un comité de Defensa y Solidaridad que respondía a 68
sindicatos de la central obrera y a núcleos independientes. "De este movimiento,
especialmente trascendental den la historia del sindicalismo –dice Juan Carlos
Bedoya- derivó la división de la CGT en dos ramas por la posición que sus
tendencias adoptaron antes de desencadenarse el conflicto: la de Catamarca 577,
que más tarde volvió a tomar el nombre de la antigua Unión Sindical Argentina de
predominio socialista y la de Independencia 2880, a quién el coronel Juan
Domingo Perón, secretario de Trabajo y Previsión, le acordó después personería
legal y la constituyó en el sostén obrero de su posterior gobierno. De esta rama
deriva la actual Confederación General del Trabajo". (18)
En los últimos tramos de la década de 1930 gravitó sobre el
movimiento obrero argentino la estrategia soviética del Frente Popular, que en
1938 obtuvo en Chile una victoria resonante, bajo la conducción del "camarada
Montero", es decir Eudocio Ravines. Al mismo tiempo, los nacionalistas
argentinos empezaron a conmemorar el Primero de Mayo con una marcha anual. (19)
Un nuevo cambio se iba a producir en la estructura social de la
Argentina, en el que se evidencia un hecho de mayor gravitación aún en la década
siguiente: la migración hacia los centros urbanos de la mano de obra del
interior del país. Paralelamente al crecimiento de la población obrera
industrial se incrementa la organización y el número de afiliados a los
sindicatos. Se llegó así a 1940 con un movimiento obrero organizado que tiene,
aproximadamente, 450.000 afiliados, sobre un total de 900.000 trabajadores
industriales.
En marzo de 1943 se produjo el rompimiento final de la CGT en dos
fracciones: la CGT Nº 1 y la CGT Nº 2. Quedó en la primera la mayor parte de las
organizaciones, entre ellas, la Unión Ferroviaria y la Fraternidad, y otros
nucleamientos que se resistían a ser alineados según el dilema
"fascismo-democracia", impuesto por la estrategia del Soviet. Una de sus
principales figuras era José Doménech, líder ferroviario. En la Nº 2 militaban
los llamados "democráticos, predominantemente comunistas y socialistas
(municipales, construcción, comercio, trabajadores del Estado). Y así el
movimiento del 4 de junio los encontró en una profunda crisis, como bien lo
señaló Pablo Ibarra. (20)
Se visualizan dos etapas bien diferenciadas en las relaciones del
nuevo gobierno con los trabajadores: una primera, que va de junio a octubre de
1943, y una segunda, a partir de la designación del coronel Perón en el
Departamento Nacional del Trabajo.
No hubo resistencia al nuevo gobierno por parte de los
nucleamientos de las dos CGT. El 25 de junio, la CGT 1 dio una declaración
favorable a las medidas oficiales contra el agio y la especulación en artículos
de primera necesidad. Días antes, una delegación de la CGT, presidida por su
secretario general Francisco Pérez Leirós, había visitado al ministro del
Interior. Y la entrevista fue cordial, según La Vanguardia, órgano del
socialismo.
A principios de julio se hizo cargo del Departamento Nacional de
Trabajo el coronel Carlos M. Gianni y semanas después el 21, fue clausurada la
sede de la CGT 2. En agosto fueron intervenidas la Unión Ferroviaria y La
Fraternidad, dos de las grandes de la CGT 1.
También hubo confinamientos de dirigentes, entre ello, José Meter,
líder del gremio de la carne. (21)
Con la designación del coronel Perón el 27 de octubre de 1943, en
reemplazo de Gianni, empieza otra historia, que avanzaría aceleradamente. Un mes
después, apenas, fue creada la Secretaría de trabajo y Previsión Social, que
inició una nueva era en la política social de la Argentina. El Estado asumía
desde allí su "deber social", inspirándose en principios de "colaboración
social", al decir del coronel. (22)
Entre junio y noviembre ocurrieron hechos decisivos con respecto
al futuro de una central única de trabajadores. Las organizaciones no
intervenidas de la CGT 1 resolvieron, el 11 de septiembre, continuar funcionando
y eligieron un consejo central confederal cuyos cargos principales fueron
ocupados por Ramón Ceijas (secretario general). Alcides Montiel (secretario
adjunto) y Alfredo Fidanza (secretario administrativo). Si bien los sindicatos
ferroviarios intervenidos se habían alejado de la CGT, a fines de octubre,
cuando se hace cargo de la intervención el coronel Domingo A. Mercante, fue
revocada aquella decisión. "Así comenzó (lamenta Diego Abad de Santillán) un
nuevo capítulo de la historia gremial argentina, cuya unidad, por la que se
había venido combatiendo desde comienzos del siglo, fue al fin impuesta por el
gobierno militar". (23) Diríamos que, más que por el gobierno militar por un
realineamiento de dirigentes y organizaciones que, sobre la base de la CGT 1,
apuraron el resurgimiento de la central obrera. Pero para que esto sucediera
tuvo que transcurrir todo el año 1944, en que grandes sindicatos, como los de
comercio (liderados por el socialista Angel G. Borlenghi), serían ganados por
la política puesta en marcha.
La Junta de Unidad Sindical de la CGT produjo el 12 de julio de
1945 un hecho fundamental, demostrativo de lo que estaba ocurriendo con la clase
trabajadores, cuando concentró en Diagonal Norte y Florida unos 350.000
trabajadores ( ), para repudiar a las "fuerzas vivas" que combatían la nueva
política social. En ese acto hablaron Telmo B. Luna, presidente de la Unión
Ferroviaria; Manuel E. Pichel, tesorero de la CGT, del gremio mercantil, y Angel
G. Borlenghi ya mencionado. (24)
Claro, se desataron algunas acusaciones, y el 5 de septiembre, La
Fraternidad y la Unión Obrera Textil (comunista, a la sazón) y el Sindicato
Obrero del Calzado se desafiliaron de la CGT. Pero la historia se había abierto
otro rumbo. Apareció en escena un sector hasta entonces mero espectador, la
clase obrera de origen provinciano, sin mayor ligazón con el movimiento sindical
de Buenos Airs. Como bien observa un autor antes citado: "Aunque quiera
cerrarse los ojos, nadie puede ignorar que la invasión de ius sanguinis del
interior (el cabecita negra sin ideología gremial), sobre el ius solis
sindicalizado e ideológico del litoral, aportó, con aquellas masas antiguamente
migratorias y explotadas, un nuevo sentido telúrico y tradicionalista al
movimiento de la clase trabajadora, y en definitiva agregó con fuerza
avasalladora un moderno sentido de integración nacional a la clase social a la
que pertenecían". (25)
El 21 de septiembre de 1945 fue elegido el nuevo congreso central
confedeal y Silverio Pontieri, un ferroviario, resulto elegido secretario
general de la CGT. Una nueva CGT, menos de un mes antes del 17 de
octubre.
A partir de allí el movimiento obrero organizado se afianzará en
torno a una central en expansión, según indican las cifras. De los 200.000
afiliados de la CGT 1, en 1943, se saltaría a 6.000.000 al comenzar la década
siguiente, la de 1950. Convendría señalar, además, que el número de obreros
industriales registró un notable incremento en menos de un lustro. Así, de
927.000 estimados en 1941 se pasó a 1.238.000 en 1945, el año que marcó la
aparición de un nuevo gremialismo.
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