martes, 20 de noviembre de 2012

HISTORIA DEL MOVIMIENTO OBRERO : Fermin Chavez

 

 
Por Fermín ChávezPublicado en Cuadernos de Tercera Posición, Nº 9, publicación de Tercera Posición, quincenario del Movimiento Peronista

El movimiento obrero organizado de la República Argentina, presenta mucho antes de culminar en una central única de los trabajadores, notables antecedentes de luchas, que se remontan a la segunda mitad del siglo XIX, con más precisión, a las décadas de 1850 y 70, época en que se inició un profundo cambio estructural en la sociedad argentina. Tiempo en que empieza la incorporación de nuestro país al circuito capitalista, de un nuevo poblamiento con mano de obra europea y de la llegada de notables figuras que en el Viejo Mundo habían adherido a la revolución social antiburguesa, en sus distintas vertientes.
Socialistas y anarquistas, sobre todo, emigrados a la fuerza, arrojarían las simientes en los surcos que recién comenzaban a abrirse con el proyecto liberal de desarrollo de la Pampa Húmeda. Era una tierra virgen, ligada exclusivamente a la explotación pecuaria, pero ya preparada, porque las inquietudes sociales habían principiado a manifestarse (aunque en forma todavía no orgánica), más que nada en el periodismo y en la cátedra. Así, por ejemplo, en la provincia de Entre Ríos, a comienzo de 1870, había aparecido el periódico Obrero Nacional, redactado por el poeta Francisco F. Fernández, un ex-alumno del Colegio del Uruguay, sin duda influído por uno de sus profesores, Alejo Peyret, un francés del Bearne y ex-activista de la Comuna de París (1)
Por esos mismos días, en Buenos Aires surgían algunos núcleos socialistas, los mismos que en 1872 enviarían a Raimundo Wilmart como delegado ante el Congreso General de la Internacional, realizado en La Haya. A mediados de 1877, también en la capital bonaerense, fue creada la Unión Tipográfica Bonaerense, primera manifestación gremial de los gráficos, ya que la vieja Sociedad Tipográfico Bonaerense, de 1857, tuvo solamente carácter mutualista.
Los trabajadores gráficos organizados en aquella Unión fueron a la huelga en 1878 y la ganaron, no obstante que el diario El Nacional, de Vélez Sársfield y de Sarmiento condenara las huelgas "como instrumento de perturbación". (2)
En 1868, a cuatro años de la Primera Internacional, había llegado al país un pionero del marxismo científico, el alemán Germán Avé-Lallemant, uno de los dirigentes perseguidos por Bismarck. Ya volveremos sobre esta figura sobresaliente que, por un tiempo, moró en San Luis. Lo cierto es que ya en la década de 1870, se dió en la Argentina la contienda entre marxistas y anarquistas bakuninistas, quienes publicaron varios periódicos. (3)
En la siguiente década las dos corrientes recibieron el aporte de nuevos emigrados, algunos de ellos muy notables. En 1881 se formó una mutual de obreros panaderos; fue creada otra mutual, de obreros molineros, y se formó la Unión de Oficiales Albañiles, ya de carácter gremial. Y al año siguiente surgieron dos nuevos gremios, la Unión de Obreros Yeseros y la Unión Obrera de Sastres. También durante 1882 fue fundado el memorable Club Vorwarts por los socialistas alemanes, de muy importante trayectoria. En el resto de la década surgieron organizaciones sindicales de tapiceros, marmoleros, cocheros, panaderos, carpinteros, zapateros, maquinistas y fogoneros, y otros. En 1885 llegó al país alguien que había participado en la fundación de la Alianza Internacional Obrera (o Internacional Negra), de 1881: Errico Malatesta. Pronto no más editó en Buenos Aires La Questione Sociales, y en 1887 redactó por encargo de Héctor Mattei el programa estatutario de la Sociedad Cosmopollita de Resistencia y Colocación de Obreros Panaderos. Por ese mismo tiempo un llamado Círculo Socialista Internacional nucleaba a anarquistas italianos y franceses. Por otra parte, en junio de ese mismo año 87 comenzó a actuar La Fraternidad, Sociedad de Ayuda Mutua del Personal de Maquinistas y Fogoneros de Locomotoras.
El 1º de MAYO DE 1890
La primera conmemoración del Día de los Trabajadores tuvo lugar en Buenos Aires el 1º Mayo de 1890, dos meses antes de la revolución de los Cívicos. La concentración se efectuó en el Prado Español y reunió más de 1.500 personas, pertenecientes a gremios, sociedades mutuas y centros republicanos de la Capital y del interior. El año 1891 fue memorable para los trabajadores argentinos: primero que todo, porque se constituyó la primera FEDERACION DE TRABAJADORES, y después, porque se publicó EL OBRERO, que se convirtió en "órgano de la Federación Obrera" bajo la dirección de Germán Avé-Lallemant. (4). En ese periódico apareció una histórica "Interpretación económica del 90". Además, la Federación presentó al Congreso de la Nación un pedido de legislación laboral, con normas sobre el trabajo insalubre y la creación de tribunales para atender las relaciones entre obreros y patrones. (5)
En 1892, el sacerdote redentorista Federico Grote creó los Círculos Católicos de Obreros, de carácter mutualista y educativo, y que reflejaron la nueva actitud social de la Iglesia, por influencia de la Encíclica FERUM Novarum, de 1891. (6)
En 1894 hubo varias huelgas: de panaderos, albañiles y otros. Y también se produjo la formación de la segunda Federación de Trabajadores. En la tarde del 14 de octubre del mismo año, las sociedades gremiales se concentraron en la plaza Rodríguez Peña, para solicitar las 8 horas de trabajo y apoyar un proyecto de ordenanza municipal a favor de dicha conquista. Unos 4.000 trabajadores marcharon por las calles Paraguay, Callao, Piedad, Larrea, Moreno y Entre Ríos hast a Brasil. (7) La convocatoria había sido hecha por los albañiles, mecánicos, marmoleros, hojalateros, gasistas, sastres. Talabarteros, madereros, mayorales, cocheros, horneros, tipógrafos, pintores y picapedreros. Al año siguiente, la ciudad de Buenos Aires tenía alrededor de 25 organizaciones de trabajadores.
En junio de 1898 llegó al país Pietro Gori, jurista, sociólogo y escritor anarquista, que permanecería en la Argentina hasta principios de 1902. No solo dictó cátedra y fundó revistas, sino que también participó en varias huelgas, y en 1901 fue delegado de los ferroviarios ante el congreso del que surgió la FEDERACION OBRERA ARGENTINA (FOA). El 2 de marzo de marzo de dicho año se reunieron en Buenos Aires delegados obreros de 14 asociaciones para preparar la organización de un congreso que debatiría sobre "los intereses de los trabajadores y el modo de mejorarlos en el terreno exclusivamente económico y gremial". (8)
El congreso se reunió entre el 25 de mayo y el 2 de junio de 1901, con la concurrencia de delegaciones de la Capital y del interior. De allí surgió la FEDERACION OBRERA ARGENTINA, de corta vida, ya que haría crisis al año siguiente. Según el periódico LA ORGANIZACIóN OBRERA, ello ocurrió por haberse dado un paso prematuro.
Durante los días 19 y 20 de abril de 1902 se reunió en el salón Vorwarts el segundo Congreso de la FOA y allí se produjo la escisión. Se retiraron 19 organizaciones, con 1.780 asociados, y se quedaron 29 gremios, con 7.630 socios. El 18 de mayo se llevó a cabo una nueva reunión, ahora de las asociaciones disidentes, en la que se resolvió no aceptar las resoluciones del Congreso de abril, ni adherir a la FOA. Lo que ocurría fue calificado de "escisión benéfica" por el órgano anarquista La PROTESTA HUMANA. (9) La federación disidente se llamó UNION GENERAL DE TRABAJADORES (UGT), nucleando a los marxistas socialistas, mientras que la FEDERACION OBRERA REGIONAL ARGENTINA (FORA) agrupó a los anarquistas.


Sello y cartel gráfico de la F.O.R.A.

Esa división ab ovo iba a impedir una auténtica unidad de la clase obrera argentina por varias décadas: y eso tenía mucho que ver con el origen ideológico no nacional de nuestro movimiento obrero. Como señala correctamente un autor: "Se discutía acercando ejemplos europeos y esgrimiendo argumentos teóricos de aquella procedencia bastante desconectaos de la realidad social de la Argentina. (10) A principios de siglo, sin embargo, una corriente cultural anarquista, encabezada por Alberto Ghiraldo, se aproximó cuanto pudo a nuestra realidad, empalmando sus ideas con los alegatos del "Martín Fierro" de José Hernández. (11) Por su parte, los socialistas iban a dividirse algunos años después, por causas parecidas, cuando de sus filas se separara la notable figura de Manuel Ugarte, es decir, una contrafigura de Juan B. Justo, el internacionalista y librecambista. (12)
La primera Guerra Mundial resultó algo así como una piedra de toque para las ideologías que impregnaban las corrientes revolucionarias en la Argentina. En el socialismo predominó el pensamiento modelado por la inteligencia británica, esto es, aquel del llamado "proyecto del 80", colonial, y que ya había empezado a hacer agua. Se formó una élite política belicista y pro-inglesa, que atacó duramente a Hipólito Yrigoyen y a la política de neutralidad por los factores de poder económicos. En el socialismo no encontró aliados, sino una secta dispuesta a combatirlo. Por otra parte, el conflicto del sistema central comportó confusiones en el seno del movimiento obrero argentino y hasta llegó a generar provocaciones. En 1914, la CORA, cuyo núcleo principal era la UGT socialista, se incorporó a la FORA y consolidó una unión provisional. Pero dicha Federación no duró mucho, puesto que en 1915 volvió a manifestarse la antigua división de socialistas y anarquistas. Estos reconstruyeron la FORA de 194 o del Quinto Congreso, y aquéllos adoptaron la denominación de FORA Noveno Congreso.
Este último nucleamiento se acercó a las autoridades nacionales, dentro de ese clima de tolerancia que vino a ser quebrantado por Semana Trágica, en enero de 1919, en que fueron a la huelga. (13)


Pero mientras la FORA anarquista se mantenía irreductible, "la FORA sindicalista negociaba con el gobierno". (14) Sebastián Marotta llegó a un acuerdo con el doctor Elpidio González, jefe de Policía. Hubo arduas negociaciones y la vuelta al trabajo, resuelta por la FORA Noveno Congreso no fue acatada, pues los obreros se plegaron a la tesis anarquista del paro por tiempo indeterminado. Después los trabajadores de Vasena se fueron reintegrando al trabajo.
En marzo de 1922 se llevó a cabo otro Congreso fusionista (el cuarto), del cual nació la UNION SINDICAL ARGENTINA (USA), compuesta por la FORA Noveno Congreso y por gremios independientes. Pero la lucha entre los lineamientos ya tradicionales no terminó.

Manifestación de la Unión Sindical Argentina

Después de seis años, en que no hubo reunión alguna de conjunto, la FORA efectuó el Décimo Congreso entre el 11 y 16 de agosto de 1928, con asistencia de 93 representaciones de sindicatos. Uno de los temas tratados fue la campaña por la libertad de Simón Radowitzky, autor del atentado contra el coronel Ramón Falcón, y quién será indultado por Yrigoyen en vísperas de su derrocamiento. Fue aquél el último congreso de FORA.

1934

Desocupados-Antonio Berni, 1934
NACE LA PRIMERA CGT
En términos generales, los historiadores están de acuerdo en que el movimiento militar del 6 de septiembre de 1930 encontró mal parados, desgastados, a los trabajadores organizados: la FORA y la USA. Según estimaciones de Diego Abad de Santillán (Silesio Baudillo García), los agremiados a la FORA sumaban por entonces unos 100.000; los de la USA, 60.000 y una cifra no calculada en la COA socialista. (15) No hubo batalla alguna sindical contra el gobierno de facto: sin bases nacionales y desgastadas en luchas estériles, tales organizaciones carecían de fuerza política y de dirección adecuada. A fines de septiembre de 1930, por fusión de la USA con la COA, nació la primera CONFEDERACION GENERAL DEL TRABAJO, si bien se mostró sumamente tibia frente a Uriburu, tanto que se declaró "convencida de la obra de renovación administrativa del gobierno provisional y dispuesta a apoyarla". (16) La conclusión de Diego Abad de Sanatillán es categórica: "Los trabajadores organizados no cumplieron con su deber primario ante el golpe de Estado de 1930…". (17)
Por lo menos, no se explicaba bien la posición de prescindencia adoptada, primeramente por la USA, La Fraternidad y la Unión Ferroviaria, y después por la flamante CGT. En Rosario, le aplicaron ilícitamente la ley marcial a Joaquín Penina, un catalán anarquista e inofensivo, pero ninguna voz gremial se alzó para señalarlo.
Durante el gobierno del general ingeniero Agustín P. Justo, es decir, en la Década Infame, se registraron diversas huelgas de volumen, entre ellas las que protagonizaron los obreros del calzado, textiles, tranviarios, yeseros, estibadores, telefónicos, madereros y otros. En 1932 hubo una huelga general y al año siguiente, una serie de conflictos en defensa del salario, cuya reducción venía en aumento. Entre 1935 y 36 los paros de cerveceros, albañiles y colectiveros culminarían en una huelga general, que contó con el apoyo de la CGT. Mejor dicho, de un comité de Defensa y Solidaridad que respondía a 68 sindicatos de la central obrera y a núcleos independientes. "De este movimiento, especialmente trascendental den la historia del sindicalismo –dice Juan Carlos Bedoya- derivó la división de la CGT en dos ramas por la posición que sus tendencias adoptaron antes de desencadenarse el conflicto: la de Catamarca 577, que más tarde volvió a tomar el nombre de la antigua Unión Sindical Argentina de predominio socialista y la de Independencia 2880, a quién el coronel Juan Domingo Perón, secretario de Trabajo y Previsión, le acordó después personería legal y la constituyó en el sostén obrero de su posterior gobierno. De esta rama deriva la actual Confederación General del Trabajo". (18)
En los últimos tramos de la década de 1930 gravitó sobre el movimiento obrero argentino la estrategia soviética del Frente Popular, que en 1938 obtuvo en Chile una victoria resonante, bajo la conducción del "camarada Montero", es decir Eudocio Ravines. Al mismo tiempo, los nacionalistas argentinos empezaron a conmemorar el Primero de Mayo con una marcha anual. (19)
Un nuevo cambio se iba a producir en la estructura social de la Argentina, en el que se evidencia un hecho de mayor gravitación aún en la década siguiente: la migración hacia los centros urbanos de la mano de obra del interior del país. Paralelamente al crecimiento de la población obrera industrial se incrementa la organización y el número de afiliados a los sindicatos. Se llegó así a 1940 con un movimiento obrero organizado que tiene, aproximadamente, 450.000 afiliados, sobre un total de 900.000 trabajadores industriales.
En marzo de 1943 se produjo el rompimiento final de la CGT en dos fracciones: la CGT Nº 1 y la CGT Nº 2. Quedó en la primera la mayor parte de las organizaciones, entre ellas, la Unión Ferroviaria y la Fraternidad, y otros nucleamientos que se resistían a ser alineados según el dilema "fascismo-democracia", impuesto por la estrategia del Soviet. Una de sus principales figuras era José Doménech, líder ferroviario. En la Nº 2 militaban los llamados "democráticos, predominantemente comunistas y socialistas (municipales, construcción, comercio, trabajadores del Estado). Y así el movimiento del 4 de junio los encontró en una profunda crisis, como bien lo señaló Pablo Ibarra. (20)
Se visualizan dos etapas bien diferenciadas en las relaciones del nuevo gobierno con los trabajadores: una primera, que va de junio a octubre de 1943, y una segunda, a partir de la designación del coronel Perón en el Departamento Nacional del Trabajo.
No hubo resistencia al nuevo gobierno por parte de los nucleamientos de las dos CGT. El 25 de junio, la CGT 1 dio una declaración favorable a las medidas oficiales contra el agio y la especulación en artículos de primera necesidad. Días antes, una delegación de la CGT, presidida por su secretario general Francisco Pérez Leirós, había visitado al ministro del Interior. Y la entrevista fue cordial, según La Vanguardia, órgano del socialismo.
A principios de julio se hizo cargo del Departamento Nacional de Trabajo el coronel Carlos M. Gianni y semanas después el 21, fue clausurada la sede de la CGT 2. En agosto fueron intervenidas la Unión Ferroviaria y La Fraternidad, dos de las grandes de la CGT 1.
También hubo confinamientos de dirigentes, entre ello, José Meter, líder del gremio de la carne. (21)
Con la designación del coronel Perón el 27 de octubre de 1943, en reemplazo de Gianni, empieza otra historia, que avanzaría aceleradamente. Un mes después, apenas, fue creada la Secretaría de trabajo y Previsión Social, que inició una nueva era en la política social de la Argentina. El Estado asumía desde allí su "deber social", inspirándose en principios de "colaboración social", al decir del coronel. (22)
Entre junio y noviembre ocurrieron hechos decisivos con respecto al futuro de una central única de trabajadores. Las organizaciones no intervenidas de la CGT 1 resolvieron, el 11 de septiembre, continuar funcionando y eligieron un consejo central confederal cuyos cargos principales fueron ocupados por Ramón Ceijas (secretario general). Alcides Montiel (secretario adjunto) y Alfredo Fidanza (secretario administrativo). Si bien los sindicatos ferroviarios intervenidos se habían alejado de la CGT, a fines de octubre, cuando se hace cargo de la intervención el coronel Domingo A. Mercante, fue revocada aquella decisión. "Así comenzó (lamenta Diego Abad de Santillán) un nuevo capítulo de la historia gremial argentina, cuya unidad, por la que se había venido combatiendo desde comienzos del siglo, fue al fin impuesta por el gobierno militar". (23) Diríamos que, más que por el gobierno militar por un realineamiento de dirigentes y organizaciones que, sobre la base de la CGT 1, apuraron el resurgimiento de la central obrera. Pero para que esto sucediera tuvo que transcurrir todo el año 1944, en que grandes sindicatos, como los de comercio (liderados por el socialista Angel G. Borlenghi), serían ganados por la política puesta en marcha.
La Junta de Unidad Sindical de la CGT produjo el 12 de julio de 1945 un hecho fundamental, demostrativo de lo que estaba ocurriendo con la clase trabajadores, cuando concentró en Diagonal Norte y Florida unos 350.000 trabajadores ( ), para repudiar a las "fuerzas vivas" que combatían la nueva política social. En ese acto hablaron Telmo B. Luna, presidente de la Unión Ferroviaria; Manuel E. Pichel, tesorero de la CGT, del gremio mercantil, y Angel G. Borlenghi ya mencionado. (24)
Claro, se desataron algunas acusaciones, y el 5 de septiembre, La Fraternidad y la Unión Obrera Textil (comunista, a la sazón) y el Sindicato Obrero del Calzado se desafiliaron de la CGT. Pero la historia se había abierto otro rumbo. Apareció en escena un sector hasta entonces mero espectador, la clase obrera de origen provinciano, sin mayor ligazón con el movimiento sindical de Buenos Airs. Como bien observa un autor antes citado: "Aunque quiera cerrarse los ojos, nadie puede ignorar que la invasión de ius sanguinis del interior (el cabecita negra sin ideología gremial), sobre el ius solis sindicalizado e ideológico del litoral, aportó, con aquellas masas antiguamente migratorias y explotadas, un nuevo sentido telúrico y tradicionalista al movimiento de la clase trabajadora, y en definitiva agregó con fuerza avasalladora un moderno sentido de integración nacional a la clase social a la que pertenecían". (25)
El 21 de septiembre de 1945 fue elegido el nuevo congreso central confedeal y Silverio Pontieri, un ferroviario, resulto elegido secretario general de la CGT. Una nueva CGT, menos de un mes antes del 17 de octubre.
A partir de allí el movimiento obrero organizado se afianzará en torno a una central en expansión, según indican las cifras. De los 200.000 afiliados de la CGT 1, en 1943, se saltaría a 6.000.000 al comenzar la década siguiente, la de 1950. Convendría señalar, además, que el número de obreros industriales registró un notable incremento en menos de un lustro. Así, de 927.000 estimados en 1941 se pasó a 1.238.000 en 1945, el año que marcó la aparición de un nuevo gremialismo.

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